Dentro del ciclo “Evolución…algo más que Darwin”. V Edición Detectives de la Naturaleza.
En muchas ocasiones, el avance científico –como la vida misma– se encuentra sometido al caos y a las relaciones personales. Por otro lado, muchos descubrimientos o progresos científicos tienen su raíz en intuiciones o deducciones que no son demostrables al 100% en un primer momento, y que llegan a materializarse finalmente gracias a la tenacidad de personas que luchan por una idea.
Alfred Wegener era meteorólogo, una de las “razones” principales por las que los geólogos no reconocían su teoría. A pesar de ello, su obra fue reeditada cuatro veces y traducida a numerosos idiomas; todo ello, en vida del científico. La contribución principal de Wegener fue elaborar su teoría a partir del análisis pormenorizado de los datos bibliográficos –sobre multitud de observaciones geológicas inconexas– examinados a la luz de su modelo. La aceptación final de las ideas movilistas llegaría en los años 60, tanto por los estudios oceanográficos acumulados en muy poco tiempo por la investigación petrolera, como por los datos recogidos por la red de sismógrafos desplegada para vigilar las explosiones nucleares durante la guerra fría. Todo ello desembocó, por suerte para la ciencia, en la actual teoría de placas.